PRESENTACIÓN
Queridos amigos y hermanos, este blog tiene por finalidad compartir con ustedes herramientas e ideas sobre comunicación para las comunidades...
miércoles, 4 de noviembre de 2015
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domingo, 1 de noviembre de 2015
¿Y si salimos y no hay nadie? Los riesgos y los tiempos.
Queridos hermanos, ¡que bueno es seguir compartiendo esta columna con ustedes!
Este mes, y el mes próximo, quería invitarlos a analizar las dos posibilidades que se pueden dar, una vez que decidimos, teniendo en cuenta todo lo que vinimos pensando juntos desde principios de año, optar por vivir una Iglesia en salida, tal como nos propone el Santo Padre Francisco.
La primer posibilidad, de la que trataremos este mes, es que al salir al encuentro de nuestros hermanos, la respuesta que hallemos no sea la que esperamos: que nuestros interlocutores tengan un espíritu tan cerrado que no admita el diálogo; que no encontremos a ningún interlocutor con el que dialogar, o que más allá de la apertura mutua, no se puede llegar a ningún acuerdo ni en cuanto a los valores, ni en cuanto a los objetivos, ni en cuanto a la metodología que cada uno lleva adelante para alcanzarlos, o que guían su accionar.
En el primer caso, debemos dar por sentado que, nuestro accionar -si ha sido sincero y ha estado guiado por el espíritu de humildad y templanza- ha sido el correcto, y corresponderá, luego de agotadas todas las instancias de intentar entablar un diálogo y acción concretas, poner en oración a aquellos a los que soñamos nuestros interlocutores, y que en este momento que nos regala la Divina Providencia, no podemos dialogar.
Si llegara a existir el caso en el que no encontremos a ningún interlocutor con el que dialogar, cosa que veo muy difícil y hasta imposible, deberá asumirse, desde la comunidad, afrontar la necesidad urgente e imprescindible, de iniciar el camino de “Conversión Pastoral”, que el Santo Padre, a través de la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium , propone como requisito para vivir la plenitud de la apertura eclesial. Esta conversión pastoral, requerirá sincerar cuestiones muy importantes y sensibles de la vida de la misma comunidad; como la estructura de poder y organización de la misma, sistematización de la toma de decisiones y grado de horizontalidad en la elaboración de los objetivos pastorales; espiritualidad de los agentes de pastoral, usos y costumbres de los hermanos que integran la comunidad, y la necesidad de reconocer la riqueza de talentos con la que Dios ha querido embellecer la vida de esta parroquia, capilla, institución o movimiento.
En el último caso, en el que no se puede llegar a ningún acuerdo ni en cuanto a los valores, ni en cuanto a los objetivos, ni en cuanto a la metodología que cada uno lleva adelante con nuestro interlocutor, te puedo asegurar que, ¡no tienen nada de que preocuparse! A veces, la Providencia nos hace recorrer caminos que, si bien parecen ineficaces desde nuestra visión humana, si aprendemos a abandonarnos en los tiempos de Dios, seguramente el provecho que obtendremos, a mediano y/o largo plazo , será enorme ¡Solo tenemos que recuperar la capacidad de asombro de cuando éramos niños!
Retomando el primer párrafo segunda posibilidad, de la que hablaremos en la columna de Diciembre, es que nuestra apertura hacia los hermanos, no sólo alcance el resultado esperado, sino que también se nos invite a dar un paso más en el crecimiento de nuestra fe.
Queridos amigos,que tengan un excelente mes, bendecido por Dios.
Mientras te pido que reces por mí, te envío un gran abrazo en Cristo.
Daniel.
jueves, 1 de octubre de 2015
Sincretismo comunicacional
Queridos hermanos, que alegría poder volvernos a encontrar aquí un nuevo mes más de vida que la Providencia nos regala.
Como recordarás, hemos estado recorriendo y analizando, en lo que va del año, las diferentes cuestiones relacionadas con la Iglesia en Salida, que propone el Santo Padre Francisco, procurando descubrir entre todos, la mejor forma de vivirla, tanto en forma personal como comunitaria.
Ahora bien, de acuerdo a lo que fuimos analizando, esta apertura e iniciativa presenta múltiples ventajas pero no está exenta de riesgos que , como prevención, es mejor tener en consideración para evitarlos y no perjudicar nuestra vida de Fe, ni la de nuestros hermanos.
Uno de los principales riesgos a los que podemos enfrentarnos al decidirnos heroicamente - siempre es de valientes animarse al cambio- afrontar el desafío de vivir una Iglesia en salida, es el de caer en el sincretismo, es decir, llegar con nuestro anuncio propositivo, positivo, y sincero del Evangelio, de una forma tan abierta como poco clara y sustentada en nuestra vida de Fe que termine subsumido - es decir, incorporado como una mescolanza- en una abstracción homogeneizada, junto a otras creencias, donde todo parece adquirir el mismo valor de veracidad legitimidad que el resto, confundiendo tanto al interlocutor que se nos presenta, como –en el peor de los casos- a nosotros mismos, llegando a poner en tela de juicio aquello que en un primer momento fue el motivo de la salida: La Buena Noticia de Jesús.
Quizá alguno de ustedes, haya comprendido en algún momento que una fe que se propone, es una fe cuya aspiración es presentarse como una alternativa, igualmente válida que otras equivalentes, en una suerte de “oferta ideológica confesional”; es decir, donde el auto convencimiento por predicar aquello en lo que se cree, se convierte más en un acto proselitista –cuando no costumbrista- que en un modo vivencial y de experiencia en el que uno lleva a hacer carne eso que cree, porque está convencido de eso mismo: Que Cristo es el Camino y la Vida, y que es quien, venciendo a la muerte, abrió el camino para nuestra redención a través de la creencia en El, y el seguimiento de sus enseñanzas.
Pasando en limpio lo que acabamos de reflexionar, antes de pasar al párrafo siguiente, los invito a que nos detengamos por un momento a pensar, tanto en forma personal como comunitaria, ¿en qué lugar de importancia colocamos el anuncio de nuestra Fe, cuando pensamos en vivir la Iglesia en salida que estamos comenzando a transitar?
Si ya lo pensaste; te digo que –por esta vez- el punto medio no es malo ni signo de tibieza: Saber que tu no es algo sin importancia, sino que es la herramienta de la que Dios se vale, no solo para que alcancemos la Salvación, sino también para hacer desde ahora un mundo más lindo, más justo, y un anticipo del Reino ya desde ahora, en la tierra.
Entonces, si nos proponemos de corazón vivir la Iglesia en salida, y lo hacemos con el firme propósito de ¡Admitámoslo! cambiar el mundo desde el pedacito de sociedad que la Providencia nos confió, asumamos este desafío sabiendo que nuestra Fe es valiosa, merece ser defendida (¡pero no impuesta!) y puede si, entrar en un diálogo fructífero con otras creencias y formas de pensar, pero al final de la jornada, cuando volvemos a nuestras comunidades a seguir compartiendo la Fe, esta tiene que haber salido fortalecida , no por haberla “comunicado” sino porque la transmitiste con tu vida, y escuchaste a todos, con respeto, pero con la claridad de que la vida en Cristo, merece ser vivida.
Queridos amigos, te deseo un hermoso mes de Noviembre, bendecido por Dios. ¡Que tengas un hermoso mes! Daniel.
sábado, 1 de agosto de 2015
EL SALIR NOS HACE FUERTES, NOS HACE CRECER
Querido hermano, querida hermana: ¡que alegría encontrarte otra vez en esta columna! Es un honor para mí, seguir compartiendo estas que yo imagino como charlas con vos, mate de por medio, para pensar entre todos la mejor forma de comunicarnos en la comunidad, y desde y hacia ella, para seguir avanzando en lo que el Papa Francisco llamó “una Iglesia en Salida” .
Y caminar hacia una Iglesia en salida, después de haber pasado un tiempo tratando de “cuidar el rebaño” -ocupado tambièn en la importante tarea de custodiar la Fe de nuestro pueblo ya creyente, y continuar con la importante labor apostólica, claro está- implica, como ya debes suponer, el comenzar a aceptar algunos cambios dentro de la misma comunidad, pero sobre todo, en el trato hacia los demàs hermanos que aún no se han acercado a la misma.
Todo cambio, implica el dejar de lado las formas y las metodologìas que se venìan aplicando desde hace mucho tiempo, y que ya estaban arraigadas en la comunidad desde -quizà- antes de nuestra llegada a la misma; así que el simple hecho de plantearse iniciar un recorrido diferente, seguramente serà fuente de ciertas controversias que, si bien no deberìan tener un enraizamiento moral o doctrinario, pueden agudizarse a tal punto que podrìan originar posiciones muy encontradas y rivales.
Si intentàramos comprender en profundidad las raìces de las resistencias internas en el seno de la comunidad, con el ànimo de poder asimilarlas con benevolencia y procesarlas de la mejor manera para que no solo nadie salga herido, sino que se produzca tambièn una transformación en el seno de la misma, a la que podrìamos definir con un concepto parecido al de una “conversiòn comunitaria”; veríamos que son mùltiples los factores que pueden desencadenarlas: desde el miedo a perder lo “adquirido” -un rol en la comunidad, una función que ya hace tiempo llevo adelante y que entiendo que serìa muy difícil que otro pudiera suplir -; la adversiòn a lo “desconocido” - por la sencilla razón que esto nos coloca en una situaciòn de inferioridad, frente a lo que percibimos, desde nuestra psicologìa personal, como algo inmensamente superior y oscuro; aunque la mayorìa de las veces esto sea un campo fèrtil esperando solo la siembra y el cuidado para que florezca por doquier muchas muestras de solidaridad, esperanza... ¡Y Fe!; o porque simplemente el cambio, implica afrontarlo invirtiendo en él, una determinada cantidad de “energìa apostòlica” que muchas veces preferimos preservar para futuras iniciativas... que suelen consistir en repetición de eventos ya realizados en el pasado.
Más allà de las raìces que originen estas resistencias; te recordarè que las mismas pueden materializarse en diferentes tipos de actitudes (boicoteo de actividades; falta de compromiso con la nueva tarea o rol asignada en la comunidad; proliferaciòn de excusas para la realizaciòn de actividades en común con otros miembros, instituciones o movimientos; o hasta la peor de las acciones: el hablar a espaldas de los otros dirigentes de la comunidad, criticando sus iniciativas sin plantearlo fraternalmente en el seno de la misma, sino generando hacia terceros, la desconfianza y la duda, para poder fortalecer las viejas tradiciones de vida comunitaria -las cuales no son en esencia malas, pero necesitan convertirse y redimirse a la luz de los nuevos desafìos que plantea el Sentir con la Iglesia- sin dar lugar siquiera, a plantear nuevas ideas que permitan renovar las estructuras caducas dar nueva vida a la comunidad.
Si vez que algunas de estas actitudes se viven dentro de tu comunidad, ràpidamente te aliento a que pongas todo en las manos de Dios, que reflexiones profundamente sobre cuáles pueden ser las causas de estas resistencias, e intentes abordarlas con sabiduría, pero sobre todo con amor. Y que, ya que estamos, no te pierdas esta misma columna del pròximo mes; donde juntos vamos a redescubrir los argumentos que nos ayuden a seguir avanzando hacia la Iglesia en salida, en la que reflexionaremos que El salir nos hace fuertes, nos hace crecer.
Te envìo un fuerte abrazo en Cristo ¡Hasta el mes de Septiembre! Dios nos bendiga.
Daniel.
miércoles, 1 de julio de 2015
Colegialidad y Comunicación
Querido hermano: Bienvenido a la columna más fría -y cálida a la vez- del año en Eclesia.
Te digo -obviamente- más fría del año, porque corresponde al mes de julio, en el que transitamos el invierno, y cálida, porque el tema que nos ocupa hoy es central a la vida en comunidad ¡donde el fuego del Espíritu Santo siempre está presente, si se vive con un buen sentido comunitario!: la colegialidad y los desafíos que esta plantea en la comunicación.
Una de las propuestas más innovadoras -y a veces, la que menos “prensa” tiene- del Santo Padre Francisco; es la de la colegialidad en la conducción y animación de la Iglesia; lo cual ha sido manifiesto, no solo en la vida en comunidad en la residencia de Santa Marta en Roma, sino también a través de la creación del grupo de consejo en el que convocó a un grupo de Cardenales, y la impronta sinodal para tratar varios temas de actualidad.
Curiosamente, así como tomamos muchas veces con vivo entusiasmo la propuesta de la Iglesia en Salida que Francisco propone, obviamos tener en cuenta que en la colegialidad de la animación y conducción de la vida comunitaria -parroquial, institucional, movimental- se juega mucho el dinamismo y la eficacia de dicha propuesta: me refiero a la colegialidad bien entendida, donde quien dirige (Párroco, asesor, director... ¡tenemos tantos “títulos” de acuerdo a la institución o movimiento!) escucha y tiene en cuenta de modo real, sincero, plural y bienintencionado, la opinión de todos y cada uno de quienes cumplen alguna función pastoral.
Ahora bien, esta “colegialidad” suele presentar algunos inconvenientes en lo relacionado con la comunicación; en tanto y en cuanto, al tener una dinámica al mismo tiempo centrífuga y centrípeta - confieso que no encuentro mejores sinónimos, pero la idea es que tanto la información como la formación de opiniones van hacia y desde quien dirige la comunidad- tratar de garantizar de la forma más óptima la fidelidad del mensaje , evitando los malos entendidos y logrando obtener la mejor forma de llevar adelante una idea o proyecto puede verse obstaculizado por la incomprensión de las ideas, el sesgo fruto de malas experiencias pasadas en la vida en comunidad, la personalidad de los que integran ese grupo dirigencial, o el vértigo de las actividades de la vida en comunidad, por los manejos de los tiempos y recursos.
Si optaste por tratar de vivir en forma más horizontal (colegial) la conducción y animación comunitaria desde el lugar y rol que ocupas, y ves que alguna de esas complicaciones está afectando la comunicación; te digo que hay dos grandes formas -complementarias entre sí- de afrontarlas: La camaradería y la planificación: La camaradería (compartir reuniones NO formales al que asista la mayoría -admitámoslo: es imposible que estén todos los dirigentes y agentes pastorales, todas la veces) posibilita y distiende el diálogo y lima las malas experiencias previas; y la planificación ayuda en gran medida a prevenir el vértigo y las imprecisiones en las actividades de la comunidad.
El próximo mes, Dios mediante, te voy a proponer que pensemos juntos cuales son las resistencias internas de la comunidad a la idea de la “Iglesia en Salida”, y cómo abordarlas salvaguardando de la mejor forma, la convivencia y el trabajo en comunión.
¡Que tengas un muy buen mes de julio, bendecido por Dios!
lunes, 1 de junio de 2015
Salir en comunidad.
Muchas gracias, querido hermano, por permitir que nos volvamos a encontrar otro mes más en este espacio de Eclesia para seguir reflexionando, a grandes y medianos rasgos, sobre las diferentes características de la Iglesia en salida.
En esta oportunidad, no quería dejar pasar otro mes sin reflexionar sobre un aspecto esencial de esta mirada pastoral: la dimensión comunitaria de la “salida” a los diferentes ambientes y realidades donde se pretende llegar desde el plan pastoral parroquial y/o diocesano.
A veces -como reflexión personal propia, o como respuesta ante algún trabajo de evaluación en algún espacio de análisis pastoral grupal o comunitario - surge la tentación de responder que entre las “actividades en salida” que realiza la comunidad se enumeran aquellos proyectos que realizan “algunos miembros” del grupo o comunidad, en forma personal (aunque con el acompañamiento moral del resto) en alguna tarea solidaria, ya sea permanente o esporádica.
En esta ocasión, no nos vamos a detener sobre la conveniencia o no de la prolongación en el tiempo de dichos proyectos o actividades, pero si quiero invitarlos a reveer la naturaleza comunitaria que intrínsecamente debe tener una actividad pastoral para considerarla dentro de una iniciativa que cuadre con lo que nos caracterizando como “Iglesia en salida”.
Si bien son loables, los proyectos sociales extra-comunitarios en los que participan -o dirigen- en forma aislada uno, dos o tres miembros de la comunidad; carecen de su sustento eclesial, toda vez que se realiza sin el acompañamiento del resto de los hermanos...
Tal vez pensarás que aquí se abre una grieta, y en cierta forma esta reflexión que te propongo este mes, pareciera oponerse a aquellos líderes sociales que, surgiendo desde el seno de una comunidad parroquial o diocesana, inician una actividad social en búsqueda del Bien Común, realzando la dignidad humana de aquellos a los que va dirigido el mismo. ¡Pero nada más lejos que esta opinión!
Así como Jesús comenzó su misión rodeado de unos pocos que lo empezaron a acompañar, muchos líderes sociales (independientemente del número de personas hacia cual dedican desinteresadamente su tiempo y recursos volcados en el proyecto que encaran) transitan momentos de soledad e incomprensión, donde se moldea el espíritu y se prueba la pasión que son características de la caridad bien comprendida.
Pero, tras ese momento de soledad, y cuando el proyecto empieza a tomar forma y crecer, en indispensable que el líder social observe y adquiera la necesidad de reflexionar sobre la dimensión comunitaria de su labor.
Allí, se comprende que la participación de los demás hermanos de la comunidad, cada uno desde su rol: orante, cooperante, profesional, subsidiante o logístico (volveremos sobre estos roles más adelante en unos meses) no sólo soluciona en gran medidas las falencias o carencias del resto, sino que además desarrolla una sinergia comunitaria donde el Santo Espíritu fluye, repartiendo sus dones y vivificándola.
El próximo mes, Dios mediante, reflexionaremos sobre otro aspecto interesante de esta propuesta de la Iglesia en salida: la colegialidad y la comunicación dentro de la comunidad parroquial.
¡Que tengas un muy buen mes de Junio, bendecido por Dios!
viernes, 1 de mayo de 2015
EL MAPA DE LA REALIDAD... Adentro - Afuera - En el medio - Puertas Abiertas
Para seguir reflexionando sobre la propuesta del Santo Padre de una Iglesia en Salida..; les propongo hacer el ejercicio de caracterizar las distintas “ubicaciones” donde pueden situarse las comunidades parroquiales:
- Iglesia hacia adentro: Es la comunidad que tiene un gran apego hacia realizar las mismas actividades ininterrumpidamente, sin arriesgarse a cuestionar nada; ni entrar en un contacto visto como “riesgoso”; con el resto de la sociedad. Este “adentramiento” de la comunidad, no necesariamente consiste el aislamiento dentro del perímetro “físico” parroquial, sino que puede darse también, incluso, en un servicio social puertas afuera de la parroquia, donde miembros de la comunidad realizan tareas solidarias, pero desarrolladas bajo una mirada maternalista/paternalista ; donde este servicio se concretiza como una forma de “ayudar al desamparado”; sin entrar en un verdadero contacto que cuestiona e interpela nuestra Fe, y nuestra forma de percibir el mundo, y la vida.
- Iglesia hacia afuera: Se puede llamar así, a aquellas comunidades, o grupos, o movimientos e instituciones donde prima el diálogo sincero y sin prejuzgamiento con el entorno social, y este diálogo se corona con un trabajo continuo, y “pensado” por el bien común, sin renunciar a los propios valores ni creencias. Ubicados en el punto opuesto a la concepción “hacia adentro”; sin embargo, esta actitud puede verse materializada incluso dentro de los salones parroquiales; por ejemplo, en reuniones donde se convoque a diferentes referentes sociales, para debatir problemas de interés en el barrio; o donde una verdadera actitud de escucha hacia hermanos que sufren adicciones o diferentes grados de violencia familiar o social, se lleva adelante de manera continuada (y no esporádicamente como fruto de algún otro problema tangencial)
- Iglesia en el medio: Este tipo de comunidad; buscará periódicamente -la mayoría de las veces a título “personal” de agentes pastorales que sientan una determinada preocupación por el tema convocante, participar de actividades barriales o iniciativas sociales de duración efímera, pero con un cierto grado de exposición de valores e ideales, que “defender” frente a los demás participantes. Si bien esta actitud tiene un alto grado de heroidicidad, la mayoría de las veces genera respuestas y resultados negativos hacia el bien que se desea alcanzar.
- Puertas abiertas: Es una comunidad donde siempre se está abierta a recibir a las personas que llegan a la misma, pero nunca se han planteado -seriamente- entrar en contacto con la gente del barrio y/o los movimientos sociales cercanos a donde se encuentra ubicada.Responderán, con mucho gusto, cualquier tipo de invitación que puedan recibir, pero el grado en el que se se comprometerá con la misma, variará de acuerdo a la vida de la propia comunidad y su agenda de eventos o actividades.
Como podemos deducir, la “Iglesia en Salida”, no se puede dilucidar sólo en base a una ubicación territorial o geográfica a donde los hermanos de la comunidad creen necesaria extender la acción o la visión de la Buena Noticia.; sino que la clave para descubrirla ¡y hacerla vida! es el nivel de INVOLUCRAMIENTO que tengan, que tengamos, en la vida de la sociedad (Barrio... escuela... trabajo...) y la forma en la cual, desde nuestra Fe, respondemos y encontramos una solución a los problemas que en ella encontramos, enfocados en el bien común en lo inmediato, y en el Reino de Dios, en lo mediato.
Dios quiera que estas columnas de este año en Ecclesia te ayuden a reflexionar sobre nuestra actitud de todos los días... tanto como me ayuda a mi, al momento de escribirlas.
¡Que tengas un excelente mes de Mayo, lleno de bendiciones, y Santa alegría!
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